‘La moza que beba de
todos los caños de la Fuente de los Doce Caños encontrará novio’, dice la
tradición del pueblo de Brihuega, situado a media hora de la ciudad de
Guadalajara. La localidad es conocida por sus innumerables fuentes, pero su
agua ya no tiene esos superpoderes sino veneno.
“El río Tajuña que
serpentea por las laderas de la región está contaminado”, según dice Miguel
Ángel Letón, coordinador del grupo de AEGITHALOS, que vigila la avifauna en
Guadalajara. “Desde hace más de 30 años se está abusando indiscriminadamente de
la cantidad de fertilizantes que se echan al campo”, denuncia. “Los
agricultores prefieren salvaguardar su producto a mejorar el ecosistema”,
añade.
Los niveles de nitrato en
este tramo del río superan el máximo permitido por la Unión Europea de 50
miligramos por litro. El agua no es apta para consumo humano ni para cocinar, según
informa el Ayuntamiento de Brihuega. “Este agua afecta sobre todo a niños y
personas mayores. Si su consumo es prolongado puede causar cáncer o distintos
tipos de tumores”, agrega Letón.
Debido a esta situación,
el Ayuntamiento emite periódicamente un comunicado de la calidad del agua de la
zona. “En alguna ocasión, los niveles de nitrato son bajos y otras veces son
altos como para no consumirla”, según Letón. Y añade: “Esto es imposible, no
se puede pasar en 15 días de 65 miligramos por litro a niveles permitidos”.
Brihuega está en una de
las zonas consideradas como vulnerable de contaminación por nitratos según la
Directiva europea de 1991. Pero no es la única. Estos lugares se consideran así
porque sus aguas, tanto subterráneas como superficiales, presentan una
concentración superior a 50 miligramos por litro de nitratos (NO3). Además,
estas zonas incluyen el resto de territorios cuyas aguas drenan hacia zonas
contaminadas.
La ribera del
Guadalquivir, la huerta de Murcia y de Valencia, el interior de Cataluña y
zonas de Castilla La-Mancha están contaminadas por fertilizantes nitrogenados,
muy utilizados para la agricultura. Sus aguas, tanto subterráneas como
superficiales, presentan una concentración superior a 50 miligramos por litro
de nitratos (NO3).
Estos fertilizantes
aportan nitratos a los cultivos, necesarios para su desarrollo, pero cuando se
utilizan en exceso pueden generar problemas ambientales. “Lo que no puede ser
asimilado por las plantas llega a los ríos y de ahí al mar”, explica la bióloga
Itziar Burgués. “El equilibrio en estos ecosistemas es muy delicado, si llega
demasiado alimento algunos organismos crecen más limitando los recursos de
otros”.
Las aguas con altas
concentraciones de nitratos pueden ocasionar riesgos para la salud no sólo a la
fauna de la zona, sino también a los humanos. “Desde hace 40 años todo se
arregla echando nitrato al campo. ¿Viene un año seco? Échale nitrato y tendrás
mejor producción”, denuncia Letón.
OTROS CONTAMINANTES DE LOS
RÍOS ESPAÑOLES
“Los ríos siempre están
contaminados por el agua de las ciudades, el riego de los campos, los vertidos
de las industrias o las actividades agrarias y ganaderas”, continúa Burgués.
Dentro de los compuestos
inorgánicos hay productos químicos fabricados por el hombre que son muy
difíciles de degradar: los plaguicidas entran dentro de esta categoría. Ecologistas
en Acción calcula
que en 2014 se consumieron en España aproximadamente 78.818 toneladas de
plaguicidas lo que lo convierte en uno de los países europeos que más lo usa.
Los plaguicidas viajan a
través del agua y la atmósfera y contaminan tanto las aguas superficiales como
las subterráneas. Ecologistas en Acción calcula que en 2014 se consumieron en
España aproximadamente 78.818 toneladas de plaguicidas lo que lo convierte en
uno de los países europeos con mayor consumo de este producto.
No sólo ponen en riesgo
la calidad de las aguas sino que también, en grandes cantidades, pueden
provocar problemas para la salud humana: pueden afectar a la reproducción,
causar tumores, enfermedades, metabólicas, enfermedades inmunológicas, según la
Organización Mundial de la Salud.
En 2016 se llevó a cabo
un análisis de las aguas de las principales cuencas hidrográficas en España en
el que se estudió la presencia de 104 plaguicidas. Tan solo se pudo demostrar
la presencia de 47, un plaguicida más que en el último análisis en 2014. La
cuenca hidrográfica del Júcar es la más contaminada. De los 57 que se
analizaron en este territorio se ha comprobado la presencia de, por lo menos,
34 doce más de los que se encontraron en 2014. En el lado contrario de la lista
se encuentran Galicia y Cantabria. Tan sólo se ha confirmado la presencia de 3
y 2 plaguicidas, respectivamente.
PLAGUICIDAS ILEGALES
Los plaguicidas contienen
moléculas dañinas para los organismos para los que están diseñados. También
existen, por ejemplo, plaguicidas de amplio espectro que atacan a todos los
invertebrados, aunque éstos no sean plagas potencialmente. Muchos plaguicidas
han sido prohibidos por causar cáncer, provocar malformaciones o por afectar a
la reproducción de animales silvestres y seres humanos.
En 2016 el 70% de los
plaguicidas encontrados en los ríos españoles estaban prohibidos debido a su
elevada toxicidad, según el informe de Ecologistas en Acción. Para la
organización que se detecten estas sustancias demuestra que todavía persisten
en el medio ambiente o que deben haberse usado ilegalmente.
La ONG considera
alarmante que el 54% de las sustancias detectadas son o se sospecha que son
contaminantes hormonales. Éstos “alteran el equilibrio hormonal que cada cuerpo
mantiene para su buen funcionamiento” según Burgués.
¿Hay soluciones? Burgués recuerda que
existen plantas y bacterias que recogen el nitrógeno atmosférico y otras que
evitan plagas. Son las alternativas que propone la agroagricultura. “El inconveniente
es que su uso supone reducir la producción y la hace menos rentable. De manera
que es difícilmente aplicable a grandes cultivos”.
Burgués sugiere además
emplear sólo los plaguicidas que sean más específicos para cada tipo de plaga
para que no tengan efectos sobre otras especies y fertilizar la tierra de
manera natural. Pero, sobre todo: “La clave está en los controles. Si la UE
aprueba leyes que no se cumplen o no hay plazos ni multas, cada país velará
sólo por sus intereses”, lamenta Burgués. “El medio ambiente sigue siendo
secundario”.
Ecologistas en Acción
propone que España reduzca la utilización de plaguicidas, al menos, un 50% en
diez años. Es el plan marcado por Francia para 2025. Dinamarca ha conseguido
reducir su uso en un 40% entre 2011 y 2015. Además, Suecia, Holanda y Alemania,
han implementado medidas para proteger las aguas superficiales y potables.
Si España se pone a la
altura de sus socios europeos, no solo limpiará los ríos de veneno, sino que
contribuirá a mejorar la salud humana y animal.
Realizado
junto a Aitor Ballesteros, Joan Llop
y Judith A. Pérez
Publicado en COPE
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