Noel
pasó miedo cuando se subió a un barco con otras cuatro personas y emprendió el
camino a Europa a remo. El joven de 24 años entiende que era “un pasaje
obligatorio porque atrás no hay cosas buenas”. Había estallado una guerra civil
en Costa de Marfil en 2002 cuando Noel (nacido en Guinea) decidió abandonar el
país al ver que su vida corría peligro. De ahí se desplazó a Mali, después a
Argelia y, finalmente, a Marruecos de donde partió para España. Es uno de los
testimonios que recoge la Comisión Española de Ayuda al Refugiado.
Él y
sus compañeros lo lograron. Otros muchos no. En lo que va de año 426 personas
han fallecido o están desaparecidas según las estimaciones de Agencia de la ONU
para los Refugiados. Se cree que 35 fallecieron camino a España. La tasa de
muertes de migrantes que tratan de entrar por Italia es de una por cada 22.
Para CEAR es la ruta más mortal hacia el continente europeo.
Llegar
vivo sólo es el principio de su nueva vida. La entidad denuncia graves
carencias para conceder el derecho de asilo. Hay sobreocupación en los espacios
donde esperan el proceso de reubicación. Un sistema que CEAR cree que “ha
fracasado estrepitosamente” en el territorio italiano. La descoordinación de
las partes implicadas y la lentitud (puede tardar un año) lleva incluso a
muchos menores a abandonar los dispositivos y vivir en la calle o en
improvisados campamentos.
En 2017
ha habido 645.050 solicitudes de asilo a países de la Unión Europea según
EUROSTATS. Más de 33.500 personas han sido reubicadas a finales de enero de
2018: 21.729 de Grecia (el 33% de los previstos) y 11.853 de Italia (30% del
total).
De dónde vienen
Hasta
principios de marzo 11.113 personas han llegado a las costas europeas, según
ACNUR. Casi la mitad a Italia, un 32,7% a España y el resto a Grecia. La
mayoría de los que ha alcanzado la frontera española viene de Siria, Marruecos
y Guinea. La cifra de inmigrantes más alta entre los países del Mediterráneo es
la de los eritreos. Hasta 1.200 viajaron a Italia seguidos de tunecinos,
pakistanís y libios. Prácticamente el 98% de los que cruzan a Chipre son
sirios. En Grecia el 64,6% procede de Turquía y Siria. Después de Iraq y, en
menor medida, Afganistán.
Para
mejorar la situación griega, CEAR reclama un mecanismo que permita trasladar a
las personas a un alojamiento en zona continental tan pronto como los centros
de recepción de las islas alcancen su máxima capacidad. Aunque lo más grave son
los más de 2.100 menores no acompañados que a finales del año pasado estaban a
la espera para acceder a un refugio seguro.
Se triplica las llegadas a España
Italia
es el único que ha visto reducido el número de inmigrantes en un 7% este enero
con respecto al mismo mes de 2017. En Grecia se ha contabilizado un 17% más. Y
España es donde más ha aumentado, un 58%. CEAR califica de muy grave la falta de
información sobre la situación administrativa de los solicitantes de asilo en
muchos puntos de Andalucía, Canarias, Ceuta o Melilla así como las deficientes
condiciones de los calabozos donde son retenidos, muchas veces sin intérprete.
A esto hay que añadir que desde 2016 la Comisión ha detectado un incremento de
mujeres víctimas de trata en las costas andaluzas. Una falta de identificación
adecuada, las deja desprotegidas.
En
enero de 2018 ha crecido el número inmigrantes que emprenden su viaje a Europa
vía mar en 810 con respecto al mismo mes de 2017. Aunque han llegado 5.000
menos que el pasado diciembre. La mayoría fueron hombres y casi un 19% niños.
En los últimos cuatro años han traspasado las fronteras un total de 1’7
millones de personas según ACNUR.
¿Qué pasó con el Tratado UE-Turquía?
Hasta
finales de febrero de este año 70 personas han sido devueltas desde Grecia a
Turquía con motivo del acuerdo firmado en marzo de 2016. Hasta 2.084 en estos
dos años. Desde entonces se ha reasentado en España a 440 sirios. Siria es el
primer país de origen de refugiados del mundo. Y Turquía donde se encuentran
más refugiados y solicitantes de asilo (3,8 millones hace un año), no
precisamente sirias, a las que se les impide la entrada, algo que denuncian
organizaciones internacionales.
El
tránsito por Turquía ha disminuido. “Lo único que ha demostrado este infame
acuerdo es que siempre buscarán nuevas rutas” declara Estrella Galán,
secretaria general de CEAR. Es el caso de la que conecta Libia con Italia en la
que muere una por cada 17 personas.
Reivindica
que los Estados miembros están incumpliendo el acuerdo dado que no permiten la
solicitud de reubicación de las personas que llegan a las islas griegas
posterior a esa fecha por lo que les dejan dos opciones: quedarse en un país
con un sistema de acogida desbordado o volver a los países de donde huyeron.
Más denuncias
En
enero una mujer nigeriana de 26 años fue apuñalada en la instalación de
recepción de primera línea en Mineo (Sicilia). Un hombre tunecino se suicidó en
Lampedusa y una mujer nigeriana falleció tras un incendio en el asentamiento
informal de Calabria, donde viven unas 1.000 personas. ACNUR revela estos casos
en su informe de 2018.
La
organización expresa su preocupación por las condiciones de vida y dificultades
de integración de los refugiados y pide a las autoridades que implementen
rápidamente medidas que incluyan la prestación de servicios de salud, sociales
y de vivienda.
Publicado en COPE
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